Cualquier
modelo de sociedad, está reflejado en gran parte por su educación, por lo que
se puede afirmar: el como camine la educación, caminará la sociedad. Una
educación deficiente, desorganizada y descuidada, contribuirá a la formación de
ciudadanos deficientes, desorganizados, descuidados, por lo tanto, poco
competitivos. Pero, si la educación funciona bajo parámetros de excelencia y
eficiencia, contribuirá a que los ciudadanos puedan ser excelentes y eficientes
de acuerdo a su responsabilidad con la sociedad, es decir, competitivos, lo que
contribuirá a su vez al desarrollo de una sociedad más cercana a la
prosperidad.
Es
importante resaltar, que los modelos educativos en su mayoría están
determinados por las políticas de los Estados, a través de sus diferentes
gobiernos. En Venezuela, es el Estado quien determina las directrices del como
se manejará la educación en todos sus niveles. Esto implica que nosotros los docentes
venezolanos, principalmente los del sector público, carecemos de autonomía
pedagógica plena, porque debemos a pegarnos a un manual que dicta las políticas
educativas que promueve el Estado desde sus diferentes ministerios.
Partiendo
de lo antes descripto, el desempeño pedagógico y orientador del docente en
nuestro país, se ve condicionado por esta situación, en cuanto que esta limita
el ejercicio pleno de su profesión, porque debe enseñar un contenido
específico, dentro de una forma específica que es impuesta por el Estado, sin
tomar en consideración, si ese contenido que debe ser enseñado según el Estado,
y de la forma que éste establece de como debe enseñársele a un grupo de
estudiantes determinado, es y está acorde al contexto real y situacional de las
necesidades e intereses que poseen ese grupo de estudiantes en particular,
necesidades e intereses que se presentan dentro de un espacio y tiempo que no
responde a condiciones específicas, sino
a situaciones personales, sociales y culturales que se dan en una
variabilidad infinita. Esto sucede,
porque la educación desde los ministerios gubernamentales, suelen generalizar
su concepción educativa bajo estándares y patrones cuantitativos. Pero, resulta
que en la práctica sucede todo lo contrario, las comunidades en sus diversas
relaciones interpersonales se manifiestan bajo factores cualitativos, debido
que las familias responden de distintos modos a iguales situaciones sociales,
por lo que las mediciones carecen de una exactitud definitoria.
Por
ello, los estudiantes en el aula exponen una diversidad de conductas que son
reforzadas socialmente en su familia y comunidad, sumándole sus propias
capacidades reflexivas, lo que hace imposible generalizarlas en una única
apreciación pedagógica. Pero a pesar de
esta verdad, al docente se le limita a que sólo debe cumplir con una carga de
contenidos que debe dar en un tiempo establecido y bajo ciertos parámetros ya
definidos por los ministerios del
Estado, aun cuando ese contenido para el momento de ser dado, puede carecer de
toda importancia e interés para el estudiantado.
Por
consiguiente, la manera de como está estructurada y concebida nuestra
educación, va en contra de un desempeño óptimo del docente, porque éste no
puede diseñar de manera autónoma el proceso educativo de enseñanza
conjuntamente con sus estudiantes, sino que estará determinado por un docente
de escritorio perteneciente a un ministerio, que no tiene nada que ver con las
potencialidades pedagógicas que posee el
docente que controla desde su escritorio, ni conoce las potencialidades y
necesidades reales que posee el grupo de estudiantes que están bajo la tutela
de dicho docente.
En este
sentido, una educación que logre un rendimiento y un desempeño óptimo de los
docentes venezolanos, debe ser aquella que respete de manera abierta y libre la
autonomía pedagógica de los docentes en el ejercicio pleno de su rol. Esta acción
generaría una afectación psicológica positiva, en cuanto que los docentes
podrán sentirse verdaderos protagonistas con sus estudiantes, del proceso de
enseñanza, haciendo que los aprendizajes que construyen en el aula con la
participación de sus estudiantes, sea de carácter vivencial y significativo,
porque estarán apegado a la realidad del contexto familiar, social y cultural
que forman parte los docentes y estudiantes, en un tiempo presente.
Se debe
acentuar, que no es que se esté en contra de que existan lineamientos que
regulen la educación, porque son necesarios para definir el ideal de sociedad
que se aspira alcanzar democráticamente en el país. Pero, sí se debe dejar un
espacio con valor de ley desde los diferentes entes reguladores de la educación,
que reconozcan la autonomía pedagógica del docente, para que éste pueda colocar
en práctica toda su potencialidad, creatividad, inventiva y genialidad en el
proceso de enseñanza, siendo protagonista de la educación venezolana, y no sólo
siendo un emisor de políticas que representan a los intereses del gobierno de
turno.
Cualquier modelo de sociedad, está reflejado en gran parte por su educación, por lo que se puede afirmar: el como camine la educación, caminará la sociedad...
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