No
importa los modos ni las formas, lo que importa es atreverse a intentarlo.
Dejar los rodeos, las dudas y las excusas que limitan a nuestros sueños,
aunque toque reaprender a ver y a escuchar todo lo que alimenta nuestro
espíritu de lucha y atemoriza a nuestros propios miedos, siendo ésta
la única tarea que debe estar sobre la mesa cada mañana.
Cambiemos la ecuación, e
igualemos las derrotas y las victorias en un mismo grado de satisfacción, porque
también en las derrotas se puede ser feliz sí el transitar entregamos la mejor
versión de nosotros, porque hay victorias sin merecerse que nos entregan
una felicidad efímera.
Dejemos de cargar esa
mochila de personas tóxicas que nos desgastan y nos acortan el tiempo, por
personas que en verdad sumen a favor de nuestro crecimiento en cada faceta que
nos desenvolvamos en la vida. Simplemente, seamos indiferentes con quienes
persisten en centrarse sólo en nuestros defectos para empequeñecernos, y
valoremos a quienes resaltan nuestros talentos y nos ayudan a vencer nuestras
más intimas debilidades, porque son ellos quienes merecen llamarse
amigos.
No importa que tan difícil
pueda ser ni tan grande sean nuestros miedos de intentarlo, hay que hacerlo
aunque toque empujarnos a la fuerza juntos con nuestros miedos, los cuales
al final se irán desvaneciendo, porque una vez dado el primer paso, comenzamos
a generar un mundo de posibilidades que acrecienta la fe de lo posible, y la
convicción en ella nos llena de la determinación necesaria para alcanzar
cualquier sueño.
De seguro aparecerán
dificultades de todas partes, pero como diría un sabio espiritual, la vida
nos obsequia grandes regalos envueltos en grandes problemas, pues entre
más grande el sueño mayores los obstáculos a vencer. Pero hay que saber de
entrada que ningún sueño se conquista en solitario, ya que en el fondo
nadie se hace solo, la ruta de la vida es una escalera cuyos escalones
superiores Dios siempre dispone de alguien que nos extienda la mano y nos ayude
ascender.
A su vez, comencemos a
liberarnos de las concepciones universales de la vida que nos obligan a seguir
un único patrón de como pensar, sentir y hacer las cosas, cuando lo que
verdaderamente vale es la expresión libre y creativa de nuestro ser para vivir
no sólo al derecho sino que también es válido al revés, en definitiva, lo
que cuenta es ser feliz haciendo lo que nos apasiona, y para ello debemos dar
ese primer paso que nos defina el camino.
Pero, para que ese primer
paso defina el camino a seguir, es vital ser sincero con nosotros mismos y
dejar de engañarnos en causas impuestas que nos alejan de nuestros sueños, y
más bien comencemos a dar los pasos que nos conduzcan hacia lo que tiene
sentido, valor y significado para nosotros, lo que nos llena de felicidad
y saca a relucir nuestras más hermosas virtudes.
Dar el primer paso hacia
nuestros sueños, es el comienzo de una vida propia, que es vivida desde el
amor y la pasión de ser quienes somos, siendo auténticos en lo que hacemos, en
un trayecto cuyo recorrido entre derrotas y victorias, es una lectura que
vale la gloria vivir para leer.
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