No está obligada a seguirme y mucho
menos en quererme, pero aun así, está conmigo, queriéndome incondicionalmente.
Puedo ser indiferente con ella algunas veces, pero no lo suficiente para que se
distancie de mí, y aunque suele abarcar gran parte de mis mejores y peores
momentos, no le correspondo de igual manera, y ella lo sabe, pero por cierta
razón que desconozco, se abstiene de reclamarme, estando siempre en la
disposición de extenderme la mano, socorriéndome tantas veces que ya perdí la
cuenta, por lo que creo sin dudar, que disfruta en ser cómplice de mis locuras idealizadas.
Es hermosamente detallista conmigo,
conociendo mis estados de ánimo, logrando anticiparse a mis rabietas,
cambiándomela por una sonrisa, conociendo lo que me gusta y lo que no, dándose
sobre entendida, que la pelota que rueda en el engramado esta primera que ella,
asunto que acepta con una naturalidad admirable, y es que ella es única, siendo
capaz de soportar mis desencantos y niñerías, sabiendo sobrellevar la
complejidad de mi carácter, que no sé cómo lo hace, es como si ella misma me hubiera
parido.
Desde que ella se topó en mi camino,
no volví andar con la soledad, su compañía me es grata, sólo que no se lo digo,
tal vez porque supongo que ella ya lo sabe, y a pesar de mi desinterés, ella se
hace notar, alegrándome el día. Si me atreviera a decirle lo importante que es
para mí su compañía, podría entonces corresponderle del mismo modo por tanta
simpatía de su parte.
Pero prefiero callar, para pretender
escucharla, pero sin manifestar curiosidad, algo que me es difícil, porque
tiene una facilidad de sorprenderme, sólo a ella le pasan esas cosas fuera de
lo común, lo que si la hace ser interesante. Me cuenta de forma vivencial lo
que le ha sucedido de aquí para allá y de allá para acá, con todos sus
desmanes, gestos y acciones que me transportan allí con ella, a revivir sus
vivencias.
A pesar que me le pierdo, porque en
ocasiones se pone intensa, al final tengo la certeza que ella siempre está allí
para mí, para mostrarme lo increíble que es compartir el tiempo a su lado,
haciendo del mundo un lugar que se acrecienta con su presencia, que se llena de
miles de posibilidades posibles, que estando juntos podemos lograr de la mano,
cualquier cosa que nos propongamos, donde en caso que falle, ella me alentará
para aprender del fallo, y donde ella falle debo hacer lo mismo, y cuando yo
triunfe, ella estará de primera para felicitarme, igual yo en sus triunfos.
Ella hace parecer todo tan fácil,
siempre resaltando que no cabe espacio para preocuparse demasiado, porque nos
tenemos a ambos para protegernos y cuidarnos en la búsqueda de nuestros sueños.
Ahora que lo pienso, soy afortunado de poder contar con ella, porque ella no me
solicita nada a cambio, no debo ser distinto de quien soy, sabiendo que puedo
montarme en la nube que sea, sin miedo a caerme, porque me hace saber que ella está
abajo para amortiguar mi caída, que para muchos estoy completamente loco, pero
no para ella, para ella soy un soñador incomprendido, pero qué sería del mundo
sin sus soñadores incomprendido, suele susurrar en mis oídos, reanimándome a aventurarme
en mis sueños.
Pero lo pienso ahora, porque por vez
primera, me vi solo, sin ella, sin su compañía, y no me gusto lo que vi, un
andar desorientado, indefenso frente a quienes imposibilitan el paso, hasta quedar
inmóvil por un miedo que se agiganta y no me deja montarme en mi nube, quedando
en un estatismo, que me obliga a ver el mundo como se va reduciendo al punto de
asfixiarme, bajo la presencia de esa soledad inquisidora, que disfruta mi
agonía.
Desde esta posibilidad de verme sin ella,
donde ya no existe la certeza que estará allí para mí como siempre, siento la
imperiosa necesidad de buscarla para decirle lo que no me atreví a decirle
antes: que con ella a mi lado, puedo apreciar y valorar los detalles de la
vida que se representan en esos momentos únicos que te elevan a sentir una
felicidad que no se apaga, sino que se extiende por todo el horizonte,
impulsándote a seguir viviendo, a seguir sintiendo; que ese intercambio de
sonrisas espontaneas, es la expresión de amor más genuina por la que se debe
luchar por conservar durante toda una vida. Por lo que necesito decirle que la
quiero, no porque me toca, sino porque verdaderamente la quiero, porque ya
forma parte de mí, como la misma sangre que corre por mis venas, haciendo latir
a mi corazón: lo mueve y lo anima en la locura de buscar sus sueños.
Sin ella, sin AMISTAD, el mundo sería un lugar gris, por lo que no permitiré
que nada ni nadie la aleje de mí, que nada pueda hacerle daño, que partir de
hoy le mostrare mis sentimientos, correspondiéndole de igual manera a los de
ella, para que AMISTAD siga siendo mi amada amiga por el resto de mis
días.
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