lunes, 22 de agosto de 2016

Amistad


No está obligada a seguirme y mucho menos en quererme, pero aun así, está conmigo, queriéndome incondicionalmente. Puedo ser indiferente con ella algunas veces, pero no lo suficiente para que se distancie de mí, y aunque suele abarcar gran parte de mis mejores y peores momentos, no le correspondo de igual manera, y ella lo sabe, pero por cierta razón que desconozco, se abstiene de reclamarme, estando siempre en la disposición de extenderme la mano, socorriéndome tantas veces que ya perdí la cuenta, por lo que creo sin dudar, que disfruta en ser cómplice de mis locuras idealizadas.

Es hermosamente detallista conmigo, conociendo mis estados de ánimo, logrando anticiparse a mis rabietas, cambiándomela por una sonrisa, conociendo lo que me gusta y lo que no, dándose sobre entendida, que la pelota que rueda en el engramado esta primera que ella, asunto que acepta con una naturalidad admirable, y es que ella es única, siendo capaz de soportar mis desencantos y niñerías, sabiendo sobrellevar la complejidad de mi carácter, que no sé cómo lo hace, es como si ella misma me hubiera parido.

Desde que ella se topó en mi camino, no volví andar con la soledad, su compañía me es grata, sólo que no se lo digo, tal vez porque supongo que ella ya lo sabe, y a pesar de mi desinterés, ella se hace notar, alegrándome el día. Si me atreviera a decirle lo importante que es para mí su compañía, podría entonces corresponderle del mismo modo por tanta simpatía de su parte.

Pero prefiero callar, para pretender escucharla, pero sin manifestar curiosidad, algo que me es difícil, porque tiene una facilidad de sorprenderme, sólo a ella le pasan esas cosas fuera de lo común, lo que si la hace ser interesante. Me cuenta de forma vivencial lo que le ha sucedido de aquí para allá y de allá para acá, con todos sus desmanes, gestos y acciones que me transportan allí con ella, a revivir sus vivencias.

A pesar que me le pierdo, porque en ocasiones se pone intensa, al final tengo la certeza que ella siempre está allí para mí, para mostrarme lo increíble que es compartir el tiempo a su lado, haciendo del mundo un lugar que se acrecienta con su presencia, que se llena de miles de posibilidades posibles, que estando juntos podemos lograr de la mano, cualquier cosa que nos propongamos, donde en caso que falle, ella me alentará para aprender del fallo, y donde ella falle debo hacer lo mismo, y cuando yo triunfe, ella estará de primera para felicitarme, igual yo en sus triunfos.

Ella hace parecer todo tan fácil, siempre resaltando que no cabe espacio para preocuparse demasiado, porque nos tenemos a ambos para protegernos y cuidarnos en la búsqueda de nuestros sueños. Ahora que lo pienso, soy afortunado de poder contar con ella, porque ella no me solicita nada a cambio, no debo ser distinto de quien soy, sabiendo que puedo montarme en la nube que sea, sin miedo a caerme, porque me hace saber que ella está abajo para amortiguar mi caída, que para muchos estoy completamente loco, pero no para ella, para ella soy un soñador incomprendido, pero qué sería del mundo sin sus soñadores incomprendido, suele susurrar en mis oídos, reanimándome a aventurarme en mis sueños.

Pero lo pienso ahora, porque por vez primera, me vi solo, sin ella, sin su compañía, y no me gusto lo que vi, un andar desorientado, indefenso frente a quienes imposibilitan el paso, hasta quedar inmóvil por un miedo que se agiganta y no me deja montarme en mi nube, quedando en un estatismo, que me obliga a ver el mundo como se va reduciendo al punto de asfixiarme, bajo la presencia de esa soledad inquisidora, que disfruta mi agonía.

Desde esta posibilidad de verme sin ella, donde ya no existe la certeza que estará allí para mí como siempre, siento la imperiosa necesidad de buscarla para decirle lo que no me atreví a decirle antes: que con ella a mi lado, puedo apreciar y valorar los detalles de la vida que se representan en esos momentos únicos que te elevan a sentir una felicidad que no se apaga, sino que se extiende por todo el horizonte, impulsándote a seguir viviendo, a seguir sintiendo; que ese intercambio de sonrisas espontaneas, es la expresión de amor más genuina por la que se debe luchar por conservar durante toda una vida. Por lo que necesito decirle que la quiero, no porque me toca, sino porque verdaderamente la quiero, porque ya forma parte de mí, como la misma sangre que corre por mis venas, haciendo latir a mi corazón: lo mueve y lo anima en la locura de buscar sus sueños.


Sin ella, sin AMISTAD,  el mundo sería un lugar gris, por lo que no permitiré que nada ni nadie la aleje de mí, que nada pueda hacerle daño, que partir de hoy le mostrare mis sentimientos, correspondiéndole de igual manera a los de ella, para que AMISTAD siga siendo mi amada amiga por el resto de mis días.  

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