martes, 25 de junio de 2019

Aprendiendo a Conservar y Cerrar Ciclos




Se puede decir que en el mundo material nada es permanente, todo está sujeto a la movilidad de los cambios, también nosotros como entes materiales estamos sujetos a esa movilidad material que nos cambia y transforma en el transitar de la vida.  

Pero, no podemos pasar por alto que a su vez somos una entidad material especial, distinta al resto, ya que contamos con la facultad de razonar, la cual nos da un valor agregado -aunque la razón nos lleva a palpar la realidad cambiante como un hecho- nos otorga la capacidad creativa e idealista de crear una serie de mundos posibles donde lo perdurable y eterno es una posibilidad real.

En ese juego de lo cambiante y permanente, vamos algunos abriendo y cerrando ciclos, y otros vamos perpetuándonos fijos en un mismo lugar.  Ante esta dualidad, ambas posturas antagónicas son válidas para el hombre y la mujer libre, siempre y cuando contribuya a su bienestar y felicidad personal, sin cohibir la libertad de los demás, dentro de los límites de la sana convivencia. 

Diríamos en este caso, que dentro lo permanente o lo cambiante, la clave esta, es en saber en qué consiste conservar y cerrar ciclos.  Porque de nada sirve ir abriendo ciclos uno tras otros sin cerrarlos de la mejor manera, es como ir por diferentes caminos a la vez pero sin llegar al final a ninguna parte, como tampoco sirve de nada permanecer estáticos o incambiables por una ceguera intencional, si con ello sacrificamos y matamos todo nuestro potencial humano para ser felices. 

Saber conservar, es aprender a reconocer y darle valor aquello que consideramos útil e importante en nuestras vidas, porque nos da dirección, motivo, confort, orden, tranquilidad, nos da fortaleza e integridad, convirtiendo aquello en algo permanente e inamovible, como Dios, los valores, lo familiar, un modo o estilo de vida, y todo aquello que una persona desde la libertad considere valioso y por lo tanto permanente en su vida, porque encuentra en ello bienestar y felicidad.

Así, aprendiendo a dejar a un lado aquellas cosas que aun siendo de carácter o pretenden ser permanentes al cambio, nos priva de la libertad e interfiere en la libertad de los demás, que al conservarlas nos va destruyendo, ya que las conservamos por ego o ignorancia, o en el peor de los casos por imposición consciente o inconsciente.

Por otra parte, aunque mantengamos ciertas cosas permanentes en nuestras vidas, tenemos que aprender a soltar aquellas que ya no nos sean útiles ni de valor, porque terminan convirtiéndose en mochilas cargadas de piedras que nos inmovilizan. De manera, poder recibir y darle entrada a todas aquellas cosas nuevas que vienen como productos de los cambios y puedan contribuir a nuestro crecimiento personal, porque al final aunque yo no cambie, no significa que las demás no cambien y con sus cambios, cambian - quieras o no- todo a nuestro alrededor.

Respecto a saber cerrar ciclos, inicia primero con saber qué es lo que busco y quiero en mi vida, una vez que se tiene claro está premisa, puedo abrir un ciclo de vida que me proyecte hacia una meta, un sueño que tendrá un punto de inicio y de llegada.  De este modo, se tendrá  en la movilidad de los cambios,  una ruta que nos indique hacia donde y como movernos a la par de los cambios,  y poder ir alcanzando cada una de las metas y sueños que les apuntemos.

Una vez alcanzada la meta, podré cerrar el ciclo, porque sabré que llegue a dónde quería llegar, y así abrir nuevamente otro ciclo que me lleve a sumar nuevas experiencias de vida, dando significado y sentido a lo que hago.

Tanto lo permanente y lo cambiante participan conjuntamente en nuestras vidas,  donde abrimos y cerramos ciclos,  y en el transcurso de los mismos,  vamos conservando todas aquellas cosas valiosas que nos hacen ser felices y libres,  teniendo en cuenta siempre que es lo que realmente busco y quiero  para mi vida.  

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