miércoles, 20 de julio de 2016

Sueños Compartidos





Dedicado a Helbert Delgado, Luisana Faria, Nathaly Sevilla, María Carrera, Ariana Aponte, Wilson López, Danielys Aguilar, Leonel Beltran, Adriel Estrada, Eduardo Estrada.

En el devenir de la vida nos encontramos ante la grata oportunidad de soñar, de visualizarnos en primera instancia en un mundo hecho de fantasía, cuyos límites se extienden en la inmensidad de una imaginación que no conoce imposibles, donde volar sin alas puede ser tan real, que pensar en caerse jamás es considerado una posibilidad, pero luego, con el pasar de los años, nuestro mundo fantástico es obligado a moldearse a una realidad que va cercando la imaginación, por lo que volar sin alas deja de ser algo mágico para convertirse en un acto de locura.

En dicha instancia, el soñar carece de sentido, no se puede vivir suspendido en ilusiones que no se concretaran porque son ajenas a nuestras propias circunstancias, siendo más sensato asentar los pies en la tierra, para así evitar una caída anunciada por un destino seguro que empuja a mantenerse fijo y enajenado a una verdad que decreta, que es mejor ser una pequeña parte que pertenece a un todo, que ser una gran parte que por soñar se queda aislada y solitaria. 

Esta es una verdad que cobra fuerza cada día, pero aun así, existen quienes como muro de contención le hacen frente, sin vacilar aceptan la locura que los aísla en la soledad, porque prefieren ser soñadores auténticos que no serlo, y en esta instancia sólo se encuentran quienes no le dan la espalda a sus sueños, quienes se niegan a desprenderse de su mundo fantástico de volar sin alas, porque no se resignan a la monotonía de una realidad leíble que enajena, decidiendo sumergirse en una lectura indescifrable, una que los pierde en intentos fallidos, pero que los hace vivir de una manera extraordinaria cuando aciertan y descifran el camino que los conduce al alcance de sus sueños, un camino que no es otro, que aquel que se construye en la compañía de otros soñadores, en un andar juntos, donde se intercambian y se entrelazan vivencias que delinean la ruta de sueños compartidos. 

Es por ello, que el que sueña no conoce realmente la soledad, porque sus sueños lo llevan a formar parte de un gran todo, que lo invita a recrear su mundo fantástico que arma con la suma de otros soñadores, y es que el astronauta puede soñar con llegar más lejos por quienes sueñan en hacerle mejores recursos que lo coloquen en las profundidades más distantes del espacio exterior, y quienes sueñan con hacerle mejores recursos parten de conocimientos previos que fueron formulados por quienes soñaron con descubrir las leyes que rigen al mundo. 

En esta instancia se reafirma, que el soñar es una grata oportunidad que nos da la vida para continuar moviéndonos en un andar mágico, que no se hace en la soledad, sino en la compañía de otros, en sueños compartidos que se comparten en diferentes espacios de tiempo o en un mismo trayecto de la vida, sueños compartidos que se pueden expresar de diferentes maneras, pero que tienen un mismo fin, en hacerse reales, de vivirse, de sentirse, de ser alcanzados, y de no serlo, por lo menos de ser arañados, porque la satisfacción no sólo se encuentra al final de los sueños, es en el transitar hacia ellos, lo que da verdadero sentido a vivir y experimentar su búsqueda, porque es cuando nos colocamos ante ese ir y venir de circunstancias coloridas y grises con las cuales vamos transcribiendo, juntos con quienes nos acompañan, esos momentos inolvidables que nos definen, que nos narran y hablan de nosotros como soñadores auténticos que se atreven a volar sin alas. 

En tal sentido, el devenir de la vida nos muestra que el soñar no se construye en el vacío, se construye en un fondo compartido con quienes la vida dispone con o sin participación, a que nos acompañen a vivir entre sueños compartidos, son quienes se convertirán en las personas más cercana a nosotros, las que sin darnos cuenta, se adentran a nuestro mundo marcando sus huellas, que sin ellas, difícilmente encontremos solos el camino, son las que resguardamos en el corazón, porque ellas a su vez nos reguardan en el suyo, quienes amortiguan nuestra caída ante la derrota, las que no pierden la fe ni dudan de nosotros a pesar de estar abajo, siendo las primeras en alentarnos a ir hacia adelante por la conquista de aquel sueño que compartimos en un mismo abrazo, porque soñar junto a ellas, es agrandar nuestros sueños, es fortalecerlos, es brindarlos de su compañía que acrecienta nuestra imaginación ante los obstáculos, que nos lleva a valorar y reconocer los sueños de quienes queremos y nos quieren, reflejándonos mutuamente en un gran sueño compartido

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