Los minutos transcurren, mientras que la mirada se pierde entre las manecillas del reloj y el corazón palpita con intensidad, deseándose que ya sea la hora esperada, sólo para vivir, sentir, lograr lo que se ha esperado tanto tiempo: aquello que nos mueve y le da dirección a nuestra vida; aquello que tiene un valor significativo para nosotros porque nos ayudará a crecer y ser mejores personas.
Por lo que vale la pena esperar, por ese sueño que
se desea conquistar; por ese sueño que da sentido a lo que somos y hacemos,
donde día a día construimos el camino que va acortando su espera. Porque la
experiencia propia o compartida, nos muestra que una vez que llega y se está
viviendo, es como estar montado en una nube de felicidad.
Vale la pena esperar por esos familiares o amigos
que saben valorar lo que somos y nos ayudan a seguir creciendo en calidad de
persona, porque sin él, ella o ellos, la vida sería un triste espacio vacío. Por
lo que necesitamos de todos ellos su amistad, para compartir nuestras alegrías,
triunfos y glorias, como su comprensión cuando nos equivocamos y caemos: porque
sólo junto a ellos la vida es más bella.
Vale la pena esperar por ese amor que nos mueve y
nos llena de sonrisas, que hace del mundo algo nuevo cada mañana, siendo ese
combustible que alimenta nuestro corazón, dando color a nuestra vida; por ese
amor que nos hace superar cualquier dificultad, y hacer esas cosas
extraordinarias y hermosas que no haríamos de no sentirnos que tocamos el
cielo.
Vale la pena esperar a su vez por aquello que no
sabe que lo esperamos, sólo para mantener la esperanza viva, de que algún día
llegará como ese algo mejor, que estaba a la vuelta de la esquina. Sobre todo
vale la pena esperar por nosotros mismos, por ese hombre o mujer en que nos
convertiremos, porque soy yo y más nadie que yo, quien escribe su propia
historia, que pisa firme dejando en esta vida su huella.
Pero para esperar a lo esperado, se debe saber esperar,
es decir, saber vivir el presente, el día a día, generando las acciones
necesarias para que llegue si lo que se espera depende de nosotros o de manera
pasiva si es todo lo contrario, teniendo paciencia para no precipitarse e
incluso teniendo fe que lo esperado llegará a nosotros, aún más si es la
voluntad de Dios que así sea.
31
de agosto de 2012
Los minutos transcurren, mientras que la mirada se pierde entre las manecillas del reloj y el corazón palpita con intensidad, deseándose que ya sea la hora esperada, sólo para vivir, sentir, lograr lo que se ha esperado tanto tiempo
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