jueves, 27 de agosto de 2015

Caer de Pies



En la vida se gana y se pierde, y  suele ser esta última la que nos desconcierta, la que nos deja pifiado, sin más que reprocharnos por la derrota, atormentándonos con un merecimiento válido o no, que contrarresta ese dolor de perdedor. 

Por lo general se suele afirma con una intensión ponzoñosa, que ganar lo es todo en la vida, no hay para donde mirar, sólo la victoria es digna de las miradas y elogios, debido que es el triunfador quien se coloca en la cúspide del éxito, por lo que el perdedor suele ser premiado equivocadamente con el exilio y el olvido. 

Esta forma extremista de valorar la victoria sobre la derrota, define el acto de ganar como el fin supremo de toda actividad humana, sobredimensionándola como el único motivo que en realidad mueve el a hombre actuar, porque lo vincula al éxito, en cuanto a la derrota, se convierte en lo opuesto, es el desmotivador que inmoviliza al hombre asociándolo al fracaso. 

Pero, esta apreciación de fijar las miradas de manera exclusiva al hecho de ganar y salir victorioso como lo valedero, conlleva a muchos a menospreciar el valor del trayecto recorrido para llegar a esa instancia de victoria, debido que se coloca el fin por encima de los medios, procesos y pasos que corresponden o no al fin, secuestrándonos de la oportunidad de captar cada uno de los medios, procesos, pasos, decisiones, acciones, vivencias, pensamientos, circunstancias, con la debida valorización que merecen, porque es aquí donde nace el verdadero valor de la victoria. Porque eso de “ganar es ganar sin importar las maneras y las formas”, no es más que admitir una victoria en la conformidad, y en su más baja conciencia, no toma en cuenta las consideraciones éticas y morales de ciertos valores y principios universales.

En consecuencia, cuando nuestra necesidad de ganar se impone por encima de nuestros principios, valores y convicciones humanas, se ha perdido, aunque el resultado indique que se ha ganado. Por ello, el ganar tiene un hermoso significado cuando se gana en la justicia, respetando las normas, principios, valores y procesos, los cuales resaltan la victoria con una luz de dignidad y merecimiento que no deja espacio para la duda y los cuestionamientos, embelleciendo el resultado final de la victoria, incluso el de la derrota. Aquella frase Maquiavélica que defiende la victoria falsa basada en que “el fin justifica los medios”, sólo puede ser válida para quienes se sienten incapaces de valerse dentro de lo correcto y aceptable, de allí, que el sediento por sus ansias puede beber veneno en vez de agua.


En conclusión, el perder tiene el mismo valor de dignidad que el ganar, cuando se pierde dentro de la justicia y el respeto, cuando se ha dado y entregado todo el esfuerzo, y hasta donde no más poder para obtener la victoria, valorando, que si se ha de caer, se ha de caer de pies, en plena rectitud, y no de cabeza para acallar la conciencia que desmiente la falsa victoria.

1 comentario:

  1. En la vida se gana y se pierde, y suele ser esta última la que nos desconcierta, la que nos deja pifiado, sin más que reprocharnos por la derrota, atormentándonos con un merecimiento válido o no, que contrarresta ese dolor de perdedor...

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