El
conocimiento es la llave que es capaz de abrir la puerta de lo impensado, es lo
que nos brinda la oportunidad de acercarnos a la luz y alejarnos de la
oscuridad, siempre que dicho conocimiento se deje acompañar de principios y
valores que resalten la calidad humana. Argumento que predicas no sólo en
palabras que describen tu cosmovisión del mundo, sino en cada uno de tus actos
que evidencian tu honestidad, aquella que te ha apartado de toda riqueza
material y te ha vestido de una gloria espiritual interna que sólo pueden
percibir, quienes son distintos a lo común, quienes realmente pueden ver en ti,
un hombre que abunda en riquezas infinitas, porque tu nombre esta presente no
en una vida, sino en cientos de vidas que has marcado para lo grande.
Para ti,
la conducción de un grupo, es la construcción de hermandad, cuantas familias
has integrado en tu camino: el que tenía un hermano, contigo obtuvo nuevos
hermanos, y el que nunca tuvo un hermano, aprendió lo que es tener uno, y aun
más, el que nunca supo el significado de la palabra Padre, a tu lado conoció su
significado.
Hay
quienes hablan y pasan desapercibido porque sus palabras son huecas y vacías,
todo lo contrario, cuando se esta frente a tus orientaciones, indicaciones y
sugerencias, son expresiones que terminan convirtiéndose en experiencias de
vida, y es que el contenido de tus palabras rebasan más allá del rectángulo de
juego, son como espejos que reflejan un porvenir cuando son puestas en
practica, trascendiendo en la vida de quienes te escuchan con suma atención,
basta con decir que son muchos los proyectos y metas que hemos logrado alcanzar
quienes te hemos copiado por parte o completamente, por lo que te agradecemos hoy y
siempre.
Lastima
que el mundo de los dirigentes encorbatados se cegaran ante tu honestidad, y no
abriera sus ojos para ver por primera vez un hombre de convicciones, y hubieran
patrocinado el desarrollo de escuelas de formación dirigidas al alto
rendimiento, bajo la fundamentación del toque celestial de los Incas, tal vez
hoy, la tierra que adoptaste para quijotesca hazaña, fuera el Brasil del
Caribe. Aunque por otra parte, que afortunados somos los que sí nos hemos
beneficiado de dichos fundamentos, quienes somos testigos vivenciales, que una
exquisita técnica, te permite no sólo dominar la esférica, sino el juego mismo.
De esta
manera, el deporte más hermoso del
mundo, para ti, hay que sentirlo como se degusta un buen vino, se tiene que
disfrutar con placer cada sorbo que representa esas acciones sublimes del
talento individual, de aquellos especialistas que son artistas con la esférica
entre sus pies, apremiando la estética del juego por encima de cualquier fuerza
bruta. Siendo tu mayor arma, esa genialidad de parar el once de la forma
correcta, apartando cada espacio para cada artista según su arte. Nuevamente,
que afortunados los que hemos compartido y ahora comparten un vestuario bajo tu
dirección: ayer éramos nosotros los chicos que tuvimos la fortuna de tenerte
como nuestro conductor, hoy son un grupo amplio de excelentes chicas que han
sabido ganarte con sus talentos, virtudes y calidad humana, siendo ellas las
más afortunadas, porque están recibiendo de ti, lo mejor que has obtenido con
los años, una enorme experiencia que vale oro.
No queda
más que agradecerte, por sacrificarte al dejar a un lado riquezas materiales,
elogios y estatus de confort, por abrazarte al romanticismo de los desposeídos,
quienes no deben morirse sin la posibilidad de soñar, que nadie debe morirse en
la penumbra del desconocimiento: sólo el que conoce piensa, y el que piensa se
atreve a cruzar las fronteras de la vida, que son como alambres de púas que
limitan la expresión del ser autentico.
No queda
más que agradecerte, por tu honestidad de liderar bajo el rol de un padre, que
ha querido más para sus hijos e hijas que para sí mismo, involucrándote de
lleno en sus proyectos de vida.
No queda
más que agradecerte, por hacer del juego, un espacio para la enseñanza, para el
reencuentro, para el intercambio y unión de vínculos más sólidos que da la
propia sangre.
No queda
más que agradecerte, por mantenerte hoy, igual que ayer, en una misma linea de
conducción que te engrandece como ser humano.
Gracias
por dar tanto.
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