lunes, 17 de abril de 2017

Rosa Arjonera


Dedicado a Rosa de Arjona
Eres una incógnita suspendida en el aire, que cada noche se posa frente a mi ventana. Trato de mirarte sin que notes que te miro, para apreciar tus últimos retoques que embellecen tu rostro, al cual quiero detallar cada línea de cada gesto en mi memoria, para tenerte presente ante tu ausencia, para lidiar con el pasar de las horas hasta la entrada de la noche, cuando te apareces en corceles metálicos que te dejan frente  a mi ventana, en una parada que se viste de gala ante el modelar de tus atributos, que sabes mostrar muy bien al límite de lo permitido, acaparando las miradas de todos los presentes. Entre todas esas miradas, se encuentra la mía, que busca colarse para cruzarse con tus ojitos, con la inocente intención de generar un vínculo que me una a ti, para que me reveles a través de ellos, lo que hasta ahora me has dado el permiso de ver en ti: una mujer ambiciosa, libre y dominante, que no gusta de las similitudes, que aspira a lo grande y busca abrirse paso en la vida, como también sin darte cuenta, me has dado la grata oportunidad de apreciar tu sensibilidad y calidad humana, recuerdo la noche que auxiliaste aquel chiquillo que  quedo solo en la parada a merced de tanto buitres, te lo llevaste como si fueras tú, su propia madre.

Durante el día transito pensando cómo abordarte, cómo llegar a ti, en meterme en tu mundo, pero ha sido tú la que rompió el hielo, ha sido tú quien ha llegado a mi ventana alegrándome la noche, con un simple saludo que dejó el espacio abierto para que me acerque a ti.

Rosa, rosa es tu nombre y como rosa eres hermosa, y como toda rosa también cargas con tus espinas, y es que tus palabras afirman que eres una mujer combatiente con quienes se meten contigo de mala fe. Por lo que confieso, que mirarte frente a mi ventana cada noche, idealizó un amor platónico a tu lado, y porqué no soñar contigo, si lo vales, no eres cualquier mujer, sino una que ha sido capaz de intuir mis intenciones, aun así me sigues el juego, lo que te hace ser genialmente inteligente.


Aunque puedas dudar, basta unos pocos minutos frente a mí ventana, para admirar el resaltar de tus virtudes que invitan a quererte. Pero como todo amor platónico, marcado por un tiempo limitado, llegan los carruajes que te llevan a tu destino y te alejan del mío, hasta la siguiente noche cuando vuelves a posarte frente a mi ventana de aquel pequeño kiosco de la bomba.

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