El
soberbio puede creer que ha alcanzado la cima de la montaña por sí sólo, el
sabio en cambio reconoce la participación de quienes de otra forma, brindaron
los elementos necesarios para que pudiera escalar cada peldaño. Es verdad que
todos contamos con ciertas cualidades y habilidades propias que nos permiten
ser aventajados en algunas áreas y actividades particulares, pero en la mayoría
de los casos, no son suficientes cuando se trata de desarrollar proyectos de
vida.
Desde una
perspectiva social, cada uno de nosotros somos en gran medida producto del
contexto social en el que hemos sido criado, del cual recibimos una serie de
experiencias y vivencias significativas, que nos ayuda a construir nuestra
personalidad, basada en una escala de principios y valores que responden en
parte o completamente a ese contexto social en que hemos sido formados.
Por lo
tanto, el contexto social juega un rol fundamental en la construcción de
nuestros proyectos de vida, ya que este puede incidir de manera favorable para
alcanzar la autorealización o todo lo contrario, ser una barrera que pueda
impedir el alcance de nuestros proyectos, ya que no podemos controlar lo que no
depende totalmente de nosotros, entre ellos los factores políticos, económicos
y sociales.
Por lo que
debemos ser agradecidos con el contexto social al que pertenecemos por
nacimiento, crianza o por adopción, aun con todas sus contradicciones, cuando
nos ofrece las oportunidades necesarias que nos dan ese punto de partida o de
llegada, en que podemos proyectar nuestros sueños, agradecer a nuestro contexto
social, es reconocernos como seres
sociales, que valoran los aportes de los demás, con quienes hemos compartido un
mismo lenguaje, colores, principios y valores que definen gran parte de los que
somos.
Aunque no
se puede desconocer, que actualmente los diferentes contextos sociales juegan
en contra de las ilusiones y aspiraciones de vida de un gran numero de
personas. Ante esta situación resaltan dos elementos de un enorme valor, como
son el de la familia y las amistades, son dos elementos que nos proporcionan
puentes para abrirnos camino frente a las adversidades para lograr nuestros
proyectos de vida.
Agradecer a nuestros padres, es recompensar a quienes
nos dieron la grata oportunidad de venir al mundo, agradeciéndoles mucho más,
si nos han acompañado en la búsqueda de nuestros sueños, como también agradecer
aquellos amigos que han representado una amistad verdadera, quienes han sido
leales no sólo en las buenas, sino en las adversidades, sabiendo extender sus
manos para ayudarnos incondicionalmente cuando solicitamos su ayuda. Una vez
leí, que la mejor forma en que Dios se nos presenta, es a través de aquellas
amistades que nos coloca para nuestro crecimiento.
Ser
agradecido, es una bendición, cada vez que agradecemos, damos muestra de humildad, dejando las
puertas abiertas, por lo que somos doblemente llenos de gracia. Pero sin
olvidar, que cada momento de agradecimiento, debemos agradecer por nuestras
bendiciones, al verdadero responsable de las mismas: a Dios. Dios es quien obra
en nosotros cuando le permitimos entrar en nuestra vida, colocándola a su
disposición, él nos protege y nos abre todas las puertas que necesitamos para
desarrollar nuestros proyectos de vida, logrando así, una plena
autorealización.
Si andamos
con Dios, andamos en el camino del bien, si andamos en el camino del bien,
nuestra vida será una vida dichosa. No importará el contexto social al que pertenecemos, como
tampoco importará el tipo de familia en la que nos toco nacer, porque a través
Dios, no existirá adversidades que no podremos vencer, saldremos airosos bajo
su protección, por lo que debemos serle siempre agradecido, sobre todo, porque
nos regaló, el regalo más grande que pueda existir, el de la vida.
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