Hoy no tengo duda que la suma de años más
experiencias significativas dan como resultado sabiduría. Hasta ayer creía que
uno persona sabia era sólo aquella que poseía un alto grado de inteligencia y
el manejo de muchos conocimientos, descubriendo hasta hoy que la inteligencia y
el conocimiento, a pesar que son muy importantes, por sí solos no son sinónimos
de sabiduría.
Entiendo y recuerdo con agrado, cuando mi madre
me solía decir "Hijo yo no soy inteligente, pero soy sabia". Ahora
puedo comprenderla en todos aquellos momentos que pretendía excusar mis
equivocaciones o salirme con la mía apelando a mi inteligencia, siendo
vulnerables mis deducciones y razonamientos ante la sabiduría de mi madre,
quien supo siempre responder con exactitud el porqué de mis equivocaciones y
adelantarse a mis verdaderas intenciones.
Y es que en cuestiones de la vida, la sabiduría
fundamentada en la experiencia se aventaja a cualquier razonamiento que desde
la lógica quiere abordar situaciones que se expresan ilógicamente, porque
estamos adaptados a responder primero a las emociones que ante la razón. De
allí que quienes han experimentado mayores vivencias y han aprendido de las
mismas, pueden manejar de mejor manera sus emociones, por ende dar mejores
respuestas.
En este sentido, la sabiduría en su plenitud, es
la que nace de la experiencia. La experiencia nos dota del autocontrol
necesario para dominar y conducir nuestros pensamientos y emociones de la mejor
manera, ya que el autocontrol se construye de la acumulación de experiencias
significativas que dejan como resultado grandes enseñanzas de vida, siendo
aquellas experiencias que nos exigen explorar y expresar al máximo nuestras
emociones, las que nos llevan a transformar esas emociones en racionamientos,
las que nos invitan a vivir en la superación de nuestros miedos y las que nos
mueven de un desafío a otro.
A partir de estas experiencias significativas se
va construyendo el autocontrol que nos conduce en el tiempo alcanzar una plena
sabiduría. A tal antecedente, los adultos mayores se le ha asociado siempre con
la sabiduría, debido que sus respuestas responden a las inquietudes de los más
jóvenes respecto esas cuestiones de la vida que nos mueven emocionalmente: que
es una buena vida y como vivirla, como alcanzar la felicidad ni que decir de
como alcanzar el éxito.
En pocas palabras, para poder alcanzar una
sabiduría plena, tenemos que vivir experiencias que nos aporten aprendizajes,
como también a darnos la oportunidad de compartir más tiempo con personas
mayores que nosotros, de la cuales podamos aprender de sus experiencias, debido
que han logrado en el tiempo acumular vivencias sobre la que han aprendido
grandes lecciones de vida y que estarán prestos a compartirla con nosotros si
se la solicitamos con interés de aprender.
La sabiduría no es resultados de cuanto
conocimientos dominemos, sino cuanto logramos convertir en experiencias
significativas en el tiempo, es increíble como con los años vamos afinando
nuestras respuestas, alcanzamos un concepto más amplio que nos permite una
serie de opciones y posibilidades sobre una misma situación, por lo que la
experiencia nos aventaja frente a los menos experimentados.
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