Nuestro
contexto social es una especie de escuela de conducir que todos los días nos va
enseñando un sin fin de caminos y rutas que nos delinean un territorio lleno de
oportunidades que se encuentran entre puertas que esperan ser abiertas por
nosotros.
Dichas
oportunidades están a cada momento a nuestra disposición, pero somos nosotros
quienes no estamos en la disposición de llegar hacia ellas, de tocar sus
puertas porque generalmente estamos en un estado de negación de manera
consciente o inconsciente para ver más allá de la totalidad final de las cosas,
no nos percatamos que la vida es un proceso de detalles que traen consigo
valiosos aprendizajes, convirtiéndonos en ciegos imprudentes que no identifican las señales y luces que
nos marcan el camino para llegar hacia esas oportunidades que nos regala la
vida para un pleno crecimiento.
De
esta manera nos estrellamos contra la totalidad final de las cosas, sin
comprender el por qué nos damos golpes con un contexto social cuyo escenario
nos expone a una diversidad de contingencias, situaciones y condiciones
favorables o desfavorables para crecer en cualquier área de la vida. Tal escenario social suele escapar en gran
medida o por completo a nuestra voluntad y deseo de ajustarse a nuestras
propias necesidades e intereses.
A
pesar de ser una realidad volátil e incontrolable que nos puede dar las mejores
o peores condiciones de crecimiento, no podemos huir de la responsabilidad que
tenemos con nuestra propia vida de hacerla la más prospera y felizmente posible,
de luchar y alcanzar nuestros sueños, de no dejarnos vencer con facilidad por
nuestros miedos. Debemos aceptar que somos nosotros quienes decidimos en la
abundancia o en la pobreza si aprovechamos o no las oportunidades que siempre
la vida nos coloca en el trayecto, porque aun en los momentos más críticos
surgen oportunidades inesperadas.
He
partido del principio de que si la puerta que tenemos al frente está entre
abierta, no podemos dudar de entrar. Pero si está cerrada no significa que se
encuentra necesariamente con el seguro puesto, significa que tenemos que
llenarnos de valor y tomar la manecilla y hacerla girar para entrar. Pero si esta no abre porque tiene el seguro
puesto, queda llenarnos de atrevimiento y tocar las veces que sea necesario,
porque del otro lado alguien nos puede escuchar y abrirnos. Pero si no hay nadie que nos escuche, damos
entonces libertad a nuestra creatividad y nos inventamos una llave maestra que
la haga abrir.
Día
tras día nos encontramos con esta situación dentro de nuestro contexto social,
donde se colocan frente a nosotros oportunidades que se nos escapan por mirar
con lentes empañados por el pesimismo, la negatividad y la falta de fe en
nuestras posibilidades de éxito, cediendo por la duda e inseguridad ante el
primer obstáculo nuestros más hermosos sueños, porque damos por sentado que
fracasáremos.
El
peor de los males que nos traba al éxito, es el miedo al fracaso, no nos damos
la oportunidad de fracasar, cuando es realmente el fracaso el que nos conduce a
los grandes éxitos. Sólo aquellos que
son capaces de reconocer sus miedos y los enfrentan se aventajan sobre el resto,
siendo capaces de crearse sus propias oportunidades cuando crean su llave
maestra, no esperan que la oportunidad llegue a ellos salen a buscarla.
Quienes
crean su llave maestra son los que han aprendido a valorar cada experiencia
buena o mala de la vida, los que no se centran en lo que les hace falta sino
que ven dentro de lo poco, grandes oportunidades. Son los que no se centran en
el problema sino en sus soluciones. Son los que no se centran en las respuestas
sino en realizar las mejores preguntas para llegar a las mejores conclusiones.
Son los que perdieron el miedo a perder, porque entienden que perder es parte
del proceso. Son los que al final han llegado a reconocer que la llave del
éxito está en sus manos.
Dios ha dado a cada
quien virtudes y talentos visibles, pero nuestra ceguera no nos permite ver el
enorme potencial que cada uno de nosotros representa en el mundo.
Nuestras virtudes y talentos son nuestra llave maestra, son las que nos abrirán
cualquier puerta que se coloque frente a nosotros.
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