sábado, 18 de marzo de 2017

SOÑADORES


Si fuera por nosotros nos comeríamos el mundo, que no haríamos para llegar a donde nuestra imaginación nos lleva, hacia ese lugar donde los limites no figura y sólo existe la posibilidad de todo lo posible.


No podemos resignarnos a dejar de luchar frente a una realidad que se empeña en retroceder nuestros pasos, porque en cada retroceso, nos impulsamos con mayores fuerzas hacia delante, situándonos en la vanguardia, en el ojo del huracán, donde todos pueden vernos con recelo o con la debida admiración por el hecho de ser soñadores que vuelan sin alas.

Por qué inhibirnos de abrir las puertas que están cerradas frente a nuestros ojos, no siempre están bajo llave, y si lo llegan estar, no significa que al tocar, del otro lado nadie nos escuchará, y sí en tal caso es así, no seríamos los primeros ni los últimos en usar una llave maestra.

A veces, es más fácil andar al final de la fila, mirar el recorrido de los otros y no tropezar donde ellos cayeron, pero quiérase o no, no tiene tanto merito quienes huyen del fracaso o quienes recorren el camino de otros,  sólo quienes pierden el miedo a fracasar por hacerse su propio camino, son quienes tarde  o temprano reciben los mayores méritos, porque son quienes a través de sus fracasos, derrotas y caídas, enseñan al resto de la humanidad.

Quienes nos abrazamos a nuestros sueños, somos cuestionados a cada momento por aquellos que desde su realidad inmutable, no comprenden el porque persistimos en andar montado en una nubecita, pero también nosotros no comprendemos el porque ellos se aferran a un realismo con el que dejan de percibir los colores de la vida, para ellos se expresa sólo en blanco y negro, en cambio para nosotros, es un cielo y un mar de colores.

Algo es seguro, no podemos escapar ante el monstruo de las contingencias, a veces golpea duro, pero sí aún quedan fuerzas después del décimo conteo, por qué no tomar revancha, después de todo, de la caída, toca levantarnos para volver intentarlo una vez más, aunque desde otra perspectiva, con otra estrategia, un nuevo concepto, un cambio de paradigma, porque un sueño ido sin haberse luchado, es como si no se hubiera soñado nunca, porque asumirse como soñador, es aceptar el reto de pelear continuamente hasta el final con las vicisitudes de la vida.

Lo que somos soñadores, no nos conformamos con estar al final de fila, porque no somos cobardes, mucho menos incautos para ser convencidos por ese realismo que pregona lo imposible, ya que nuestro mundo es un mundo de posibilidades, y jamás podemos ser vencidos por los avatares de la vida, sin dar antes el último suspiro de lucha por nuestros sueños.

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